Las fiestas son algo imprescindible en la vida londinense. Organizar una es lo más cool que hay. Tu capacidad para organizar fiestas te define. Pero tiene sus peligros. La gente cool de Londres tiene sudores fríos sólo de pensar en una fiesta vacía. Algo que no te va a garantizar una fiesta existosa, pero que sin duda te va a evitar vergüenza y humillación es lo que yo llamo «invitación de arrastre».
Londres está lleno de jóvenes profesionales con dinero y pocas responsabilidades familiares. Es decir que aparte del trabajo, lo único que queda es diversión. Es el perfecto caldo de cultivo para fiestas.
En casa, en el pub, en un local alquilado, en el club. Cualquier lugar es adecuado, y cualquier excusa es válida. Porque de hecho, lo que hace de una fiesta un éxito es la gente que acude. Invitar a las personas adecuadas es entonces una tarea importantísima. Y a la vez puede ser una trampa mortal.
Si elaboras cuidadosamente una lista de la gente que quieres que acuda a tu fiesta, te puedes encontrar que ya tengan otra invitación, que estén de visita a su familia, que la familia o los amigos hayan venido a visitarlos, que se hayan ido de viaje, que ese día tengan que trabajar toda la noche o que simplemente tengan que lavarse el pelo y al final acaben viniendo el 20% de los invitados (y encima los aburridos). Que la gente tenga pocas obligaciones precisamente hace que sus costumbres sean impredecibles. Y por muchas actividades que hayas creado para la fiesta en cuestión, si no hay nadie, la fiesta es un fracaso.
Una solución es lo de «parejas y amigos son bienvenidos», queriendo decir que puedes traer a quien quieras aunque no conozcan de nada al anfitrión. En la práctica la que más funciona es la de mandar un correo electrónico a todos tus contactos, indiscriminadamente, aunque hayas conseguido su correo electrónico en una noche de borrachera o en una conferencia. Da igual. Ahora con Facebook es todavía mejor: con un «click» puedes invitar a todos tus «amigos».
Al igual que la pesca de arrastre arrastra las redes por el fondo marino atrapando lo que sea, la «invitación de arrastre» invita indiscriminadamente, esperando que salga algo aprovechable de las redes al recogerlas. Cualquier cosa vale si te evita tener una fiesta vacía.
Pensarás que los invitados van a hablar entre ellos, y que se van a dar cuenta de que nadie es realmente amigo del anfitrión, pero eso no importa. Al final, la fiesta se va a valorar en función de a cuanta gente interesante has conocido, cuánto te has reido y cuántas estupideces han cometido los invitados cuando los niveles de alcohol superaron los recomendados por un comportamiento «responsable».
De hecho, dejar que sea el azar quien escoja a los invitados puede incluso llegar a ser beneficioso. Nunca se sabe quien va a acabar siendo el alma de la fiesta. Así que la próxima vez que acudas a una fiesta, asegurarte de recordar tantos nombres como sea posible para poder añadirlos en Facebook. Debes estar listo para tu propia fiesta.