Los gobiernos tiene como objetivo buscar el bien de los ciudadanos, con cuyo fin promulgan leyes o promueven políticas. Cómo solucionar el dilema de iniciativas contradictorias? Es mejor proteger a unos pocos de un mal seguro o promover un bien difuso para muchos? Un ejemplo simple: el casco de la bicicleta.
Ir en bicicleta es peligroso. El casco reduce en un 85% el riesgo de daño craneal en caso de accidente. A pesar de ello, los estúpidos ciudadanos se empeñan en circular en bicicleta sin el casco salvador. Por eso, gobiernos de todo el mundo deciden proteger a los ciudadanos de su propia estupidez promulgando leyes que obligan a llevar casco.
Otra de las iniciativas recientes es incentivar el deporte a fin de llevar una vida más sana, aumentar la calidad de vida y reducir las enfermedades relacionadas con el sedentarismo. Para ello las autoridades están promoviendo el uso de la bicicleta, lo que nos lleva a una contradicción: un estudio de 2006 revela que la obligatoriedad de llevar casco reduce el numero de ciclistas entre un 20% y un 40%.
El caso del casco plantea un dilema moral para los gobiernos. Es mejor obligar a llevar casco a fin de reducir en un 85% el riesgo de daño craneal (que basicamente significa acabar con los sesos esparcidos por la calzada)? O es mejor asegurarse que ese 20-40% de la población va a seguir usando la bicicleta, con lo que van a tener una vida más sana y van a evitar una posible muerte lenta y dolorosa a manos de un corazón holgazán? Es un dilema moral porque si obligan a usar casco están conscientemente apartando a unos ciudadanos del uso de la bicicleta y sus beneficios. Pero dejando el casco a voluntad están casi practicando un homicidio culpable por falta de asistencia, porque alguien va a tener un accidente y las consecuencias van a ser fatales por no llevar casco.
Según la revista «New Scientist», el científico Piet de Jonk ha encontrado la solución. Según su modelo matemático, los costes para la sanidad pública provocados por la falta de ejercicio de aquellos que no usan la bicicleta por no ponerse el casco son mayores que los costes de tratar los daños craneales de aquellos que libremente deciden no usar el casco y acaban teniendo un accidente.
Así se resuelve el dilema: poniendo un precio a la vida humana. Porque al fin y al cabo, los costes de la sanidad pública los pagamos entre todos con los impuestos, y la obligación del gobierno es usar ese dinero de la forma más eficiente. Si obligar a usar el casco sale más caro, entonces sin duda hay que acabar con esa ley. A fin de cuentas, si alguien acaba con su cerebro desparramado en el suelo por no llevar casco, será consecuencia de una decisión libre, y tampoco podemos esperar que el gobierno nos trate como niños, no es cierto?