Dicen los periodistas que ellos no provocaron la crisis. Dicen que hay quien les esta responsabilizando por ella, o de tener algo que ver. Es evidente que ellos no la provocaron. Lo que ellos han hecho es sacar tajada.
He estado algunos días en España y me ha sorprendido escuchar repetidas veces a periodistas comentar de una forma u otra que ellos no tienen la culpa de la crisis. Esto no me viene de nuevo, puesto que importantes periodistas británicos fueron citados por una comisión de control para explicar su relación con la crisis.
Estaremos de acuerdo en que la crisis tiene su origen en el mercado inmobiliario, unas inversiones de dudosa rentabilidad por parte de los bancos y alguna otra cosa más. Lo que hicieron los periodistas fue reportar los hechos a medida que iban sucediendo. Sería injusto matar al mensajero, cierto?
Por la mañana hay dos periódicos gratuitos en Londres. El que yo normalmente leo es el periódico de noticias económicas City AM. Al ser gratuito sus ingresos provienen de la publicidad. El anunciante pagará en función del número de lectores, es decir, cuánta gente está expuesta a su anuncio. Así que a fin de cuentas, gratuitos o de pago, los periódicos buscan ser leídos por la mayor cantidad de gente, al igual que canales de radio y televisión buscan la mayor audiencia posible.
Volviendo a la rutina diaria me he reencontrado con mi periódico gratuito y mi ya olvidada ansiedad. Estos días de vacaciones sin noticias me habían hecho olvidar la crisis, pero el periódico me ha arrastrado de con violencia a la cruda realidad. El titular decía «USA vuelve a 1955 con el retorno de la deflación». Es terrible! Necesito saber que tan grave es! La primera frase simplemente me confirma mi presentimiento:
«Los temores sobre la salud de la mayor economía del mundo incrementaron ayer después que los datos confirmaran que USA entró en deflación por primera vez en más de 50 años.»
Si sigues leyendo te das cuenta que si descontamos alimentos y energía, los otros bienes han subido. De hecho, con los datos en la mano descubrimos que la situación no es tan grave, y que la deflación no es necesariamente mala (aunque puede serlo mucho). Falsa alarma pues.
Pero mañana voy a llegar a la estación buscando mi ejemplar del periódico. Deseo saber, necesito saber cual es la nueva desgracia que ha sucedido, que tan mal va la crisis. De hecho, cuando hace unos días el hombre que reparte los periódicos se cambió de puerta de entrada en la estación, yo cambié mi ruta con él para asegurarme el periódico, a pesar de que eso significa ir en contra de la corriente humana que desenboca en la salida.
Hoy estaba pensando en esto mientras intentaba evitar ser arrollado: cómo he variado mis hábitos a fin de poder leer el siguiente capítulo de la crisis. Reflexionaba sobre ello y me he dado cuenta de la suerte que tenemos que los periodistas y editores de periódicos tengan su integridad como algo tan importante. Si mi salario dependiera de la gente haciendo un esfuerzo para tomar mi periódico, sin duda exageraría el dramatismo de la situación.