Son de verdad…

Andaba perdido en mis pensamientos esta noche al llegar al vestíbulo central de la estación de tren cuando he escuchado música. Mi primera impresión ha sido pensar que los de la compañía de trenes han puesto música navideña por los altavoces. Pero enseguida me he dado cuenta de lo que estaba ocurriendo. Eran ellos. Nada más y nada menos que el Ejército de Salvación, como en las películas.

Nunca me hubiera imaginado que de verdad existían. Si ya se que tienen un imponente edificio en la parte baja de la City, pero no pensaba que eran de verdad. Para mí el Ejército de Salvación son una banda más o menos graciosa (no salen muy bien parados en las películas) rodeados de jugadores, borrachos y otras gentes de los suburbios de película. La memoria más clara que tengo de ellos es del musical Guys and Dolls. En la Misión sucede uno de los números más memorables que recuerdo, el llamado «El Barco», donde los jugadores y los miembros del Ejército de Salvación preparan un número por el que vale la pena ir a ver la obra (que aparte de eso es bastante sosilla, con la excepción de la escena en Cuba).

Xmas Salvation ArmyPero ahí estaban, ante mi, en carne y hueso, con sus cubos para las limosnas, su uniforme, sus gorras, tal como los has visto en la tele. Y la música provenía de un pequeño grupo sentado junto a un inmenso árbol de Navidad.

Si es que Londres depara sorpresas cuando menos te lo esperas.

Y con esto, a 3 de Diciembre, llega la Navidad a un mundo perplejo

Si estás en Westminster, los apretones ya no son un problema

Vas cruzando tranquilamente el puente de Westminster, viendo el agua correr, vas a Hyde Park con sus fuentes, sus lagos, y pasa lo inevitable: tienes que ir. O de repente te sorprende ese pensamiento «no debería haberme comido esas judías». Si estás dentro del área de Westminster, ya no vas a tener que buscar un arbusto o el callejón más cercano.

Cuántas veces hemos entrado en un bar, pedido a la carrera un refresco de lo que sea e inmediatamente decir aquello de «me indica dónde está el baño?». Teniendo en cuanta que en el centro de Londres eso no te va a costar menos de 2 libras, el apretón acaba saliendo un poco caro.

Hasta ayer. Porque ayer se presentó el nuevo servicio de la City of Westminster, gracias al cual, si te viene el apretón sólo tienes que enviar un sms al número 80097 con la palabra «toilet» y automáticamente el servicio va a localizar tu posición y te va a sugerir dónde está el baño público más próximo. El mensaje cuesta 25 peniques, y el ayuntamiento de Westminster subvenciona los otro 9 peniques del coste del servicio.

Alguien del departamento de márqueting del ayuntamiento ha tenido la brillante idea de llamarlo «satlav», que es un ingenioso juego de palabras uniendo «satnav», que es la forma coloquial con que se denominan los aparatos de navegación por satélite y «lavatory», que es una de las múltiples formas de llamar al baño. Así que «SatNav» + «Lavatory» = «SatLav», o lo que es lo mismo: «baño por satélite». Ingenioso, eh? Si es que hay cada cerebro por ahí…

El servicio viene como resultado del concurso de innovación del ayuntamiento de Westminster, y es idea de un estudiante de 26 años. No quiero ni pensar en la traumática experiencia que le dio la idea para el servicio.

¿Mercado Inmobiliario? ¿A qué te refieres?

Se está hablando mucho de la burbuja especulativa en el mercado inmobiliario, de la crisis del mercado inmobiliario, de la caida de precios en el mercaod inmobiliario. Pero, ¿a qué nos referimos? Porque las noticias dejan claro que por un lado está el mercado inmobiliario español, y por otro el mercado inmobiliario británico. ¿Así que cuantos hay?

Uno de los conceptos fundamentales para estudiar el Mercado es el de Mercado de Referencia. Por ejemplo, si el mercado de referencia es el de las bebidas carbonatadas, los productos con sabor a cola se llevan la palma, pero si el mercado de referencia es el de bebidas, supongo que la cerveza no tiene rival. El mercado de referencia lo escogemos dependiendo de qué tipo de análisis queremos hacer. ¿Por qué hablamos entonces de Británico o Español al hablar del Mercado Inmobiliario? ¿Por qué no asumimos que es a nivel de la UE? Probablemente porque cada país tiene sus propias peculiaridades. Sin ir más lejos, el FMI está advirtiendo de riesgo de sobrevaloracíón en el Mercado Inmobiliario Británico, Español e Irlandés y Holandés, mientras que deja a los demás libres. Eso justifica sin duda que pongamos el mercado de referencia a nivel país.

En una nota de prensa de ayer se decía que los precios de nuevas viviendas aumentaron un 0,7%, un crecimiento positivo por primera vez en tres meses. Se sobreentiende que eso es indicativo de un movimiento similar en las viviendas usadas. ¿Significa eso que el mercado remonta el vuelo tras unos meses de crisis y caídas de precios? La misma nota de prensa dice que el precio de las viviendas de lujo ha experimentado un crecimiento del 2,7%. Teniendo en cuanta lo caras que son esas viviendas, no estárá su aumento compensando un crecimiento negativo de las demás?

Aún más, hace unas semanas se publicaba que los precios en el Reino Unido estaban cayendo. Bueno, cayendo en todas partes menos en la zona de Londres, donde de hecho estaban subiendo.

Así que al leer un titular del tipo «El Mercado Inmobiliario se dispara» podemos preguntar «Que mercado inmobiliario». Porque quizás se está disparando el precio de las viviendas en grandes ciudades y segundas residencias. O si alguien nos cuenta que el mercado se hunde podemos preguntar si es el nacional, o el de segundas residencias, o el de ciudades pequeñas, o el de «lofts» de artistas que no se lo pueden permitir porque la crisis está atacando al mercado de las obras de arte de pintores noveles…

La conspiración invisible

Siempre me han interesado las historias sobre conspiraciones para dominar el mundo, pero nunca encontré ninguna que me pareciera posible, siquiera viable. Hasta hoy. Y cómo no, la conspiración utiliza Internet.

Yo me imaginaba un puñado de hombres en una habitación tramando cómo manipular nuestras tiernas mentes por medio de programas de televisión, o mensajes en la radio, o esos best sellers que se venden como churros. Nada más lejos de la realidad. Porque la conspiración no tiene una gran mente que la diseñe. Nadie que mueva a los dirigentes como marionetas.

Quizás te suene el concepto de «Mano Invisible» creado por Adam Smith, padre de la Economía moderna. Al explicar el Mercado, dijo que el panadero o el carnicero ofrecen sus productos buscando su propio interés, pero el resultado parece tener un sentido, puesto que se acaba ofreciendo todo aquello que necesitamos, como si una Mano Invisible lo organizara. Lo mismo está pasando hoy en día con algo mucho más trascendente. Todos nosotros, haciendo uso de nuestra libertad estamos colaborando por pura casualidad en un gran proyecto para dominar el mundo, como si una mano invisible lo organizara todo. Es la Conspiración Invisible.

ARPANET, la red precursora de Internet, se gestó durante los años 60 como último recurso de comunicación militar en caso de que todo fallara. Por eso era fundamental que las conexiones fueran descentralizadas, para que si un parte de la red era destruida pudiera seguir siendo operativa. Mientras intentaba crear un sistema para conectar información de distintas bases de datos en distintos servidores, Tim Berners Lee creó las bases para la World Wide Web, que es la red de información gráfica que comúnmente (incorrectamente) llamamos Internet.

En los últimos años han aparecido en la Web una serie de aplicaciones que simplifican publicar información y/o compartir online. Este fenómeno se ha dado en llamar Web 2.0, y la información generada «Contenido Generado por el Usuario» (User Generated Content, UGC). Gracias a ello ahora podemos publicar nuestros pensamientos, los quehaceres diarios, nuestras páginas web favoritas, música, libros, cine, las noticias que nos llaman la atención, nuestras fotografías, nuestros vídeos, nuestros eventos sociales, nuestros objetivos. En total, una perfecta imagen de nosotros mismos. Muchos de estos servicios tratan de crear una comunidad de usuarios.

Pero que publiquemos esa información no significa que nadie la vaya a utilizar para dominarnos, porque podemos hacer que todo sea privado. Sin embargo, eso va contra la filosofía de estas herramientas. Su propósito último es ser herramientas sociales, de colaboración, con lo que otros pueden aprovecharse de tus descubrimientos y a la inversa. Y eso es cool. Pero aún así, puedes utilizar alias distintos para cada una. Nada preocupante.

Un fenómeno relativamente reciente es el de las Redes Sociales (Social Networks): son como si pusiéramos todos las herramientas mencionadas centralizadas en una página personal, con la idea de construir una comunidad y compartir información como objetivo principal. La tendencia actual es convertir estas redes sociales en «plataformas«, de manera tu página es como tu ordenador, donde instalas las aplicaciones, que son todas las mencionadas anteriormente. El líder en esta tendencia es la red social que está en boca de todos: Facebook. Hay otras plataformas que copian o van a copiar la idea de la plataforma, como MySpace, el nuevo Mash de Yahoo!, Plaxo y muchas otras. Ahora ya no hay aliases, sólo una identidad online que además es tu nombre real, bajo la que publicamos toda esa información personal de manera que todos nuestros amigos pueden ver todo sobre nosotros. Y eso es cool.

En este caso también podemos hacer que nuestro perfil sea privado, o parcialmente privado. Pero al parecer lo mejor es tener una identidad para poder mostrar al mundo quien somos y lo que hacemos. Y de todos modos, no parece que la gente tenga muchos problemas en cuanto a privacidad.

Algunas personas se han quejado. La razón es que esa identidad es visible sólo para gente que está registrada en esa red social. Reclaman que esa identidad sea libremente accesible por contactos cuyo perfil está en otras redes. Sugieren que aprovechemos las herramientas mencionadas anteriormente para construir nuestra identidad online. Pero eso sería sólo un escaparate para ti. Se perdería la característica principal, que son las conexiones con otras identidades. A ese entramado se le ha llamado, correcta o incorrectamente Grafo Social (Social Graph, no traducir como gráfico), y por el momento hay dos proyectos para «liberarlo». Uno gira alrededor del OpenID, el otro, de Google, es OpenSocial. Ninguno de los dos llega a liberar del todo el Grafo Social, de manera que todo está todavía bloqueado dentro de la red social que escoges. En cualquier caso, lo que significa es que dentro de poco vamos a tener una identidad online que va a agrupar todo lo que queramos decir sobre nosotros, incluso quienes son nuestros amigos o contactos.

Ahora introduzcamos el concepto de etiquetas (tags). Si yo subo a mi Flickr una foto del London Eye, y le pongo «London Eye» como tag, se convierte en una característica de la foto. Lo mismo con este post, un video, una canción, un libro, lo que sea que ponemos online. Poco a poco, toda la información que encontramos en la WWW está organizada en tags. Gracias a ellos la WWW puede «entender» la diferencia entre una foto del London Eye y una de Tower Bridge, o la relación entre esa foto y una página web sobre el London Eye. Esto es la Web Semántica (Semantic Web).

Sumémosle a eso la nueva tecnología demostrada por Riya gracias a la cual, si en una foto añades el tag «sirventés» o «Big Ben», el programa es capaz de reconocer y etiquetar todas las fotos donde el Big Ben aparezca. Debe haber cientos de fotografías colgadas en Internet en la que aparezco yo paseando por detrás de una foto de grupo, o apoyado en la barandilla de Wesminster Bridge. En cuántas debes estar tu? Si entrenamos al buscador para que te reconozca, automáticamente todas las fotos donde tu apareces estarán etiquetadas con tu nombre.

La web 2.0 significa que has perdido el control sobre la información que se publica sobre ti. No son sólo fotografías. Con tantas formas de publicar de forma sencilla, cuanta información se publica sobre ti? Tus amigos escriben cosas que quizás tu no quieres que salgan a la luz, por no hablar de alguien que te odia.

Hoy ya existen buscadores que se dedican a agrupar información sobre personas, identidades online. Es posible crear un algoritmo que reúna toda la información que existe sobre ti, y puesto que busca en la Web Semántica, puede entender lo que encuentra, clasificarlo y escribir un perfecto perfil psicológico, uniendo intereses, vida privada, amigos, lugares visitados… Y todo ello sin ningún tipo de interacción humana.

Eso es algo deseable, puesto que al igual que hoy vemos anuncios en la web relacionados con nuestra búsqueda, toda esa información permitirá que no hagamos una búsqueda en la web, sino que le hagamos una pregunta. Esa es el objetivo de los nuevos buscadores.

Pero eso son minucias. Del mismo modo que se puede diseñar un algoritmo que agrupe información sobre ti, se puede diseñar otro que agrupe todas esas identidades. Se puede tener una imagen perfecta de los usuarios de la web, que dentro de no mucho va a ser como decir la población del primer mundo. Se pueden dividir por intereses, por comportamientos, se pueden generar simulaciones para saber cómo reaccionaría la población a una decisión concreta de un gobierno, a una película, a una campaña de márketing. Para qué se manipular la mente de la población cuando puedes simplemente preveer su reacción?

La WWW es una inmensa base de datos que en vez de estar almacenada en un sólo lugar, está descentralizada en un entramado de miles de servidores gracias a la arquitectura de la red. Es «la nube» (the cloud). Por eso es prácticamente indestructible. Puede haber pérdida de información, pero la única forma de destruirla es destruir toda la red.

Cada uno de nosotros alimenta esa base de datos con más datos. Si la información es poder, esa base de datos tiene más poder que nadie en el mundo. La estructura está hecha. Más y más gente desarrolla las herramientas. Más y más gente provee información. Si alguien quisiera dominar el mundo, habría creado exactamente esa estructura que es el perfecto ejemplo de Libertad y Democracia. Si alguien quisiera dominar el mundo nos obligaría a proporcionar esa información que hoy proporcionamos libremente porque es «cool«… Hay una conspiración invisible?

A continuación puedes encontrar vínculos a noticias, blogs, y lugares web que ilustran el post:

Social Networking

Identidades Online:

Buscadores de personas

Web Semántica

Privacidad

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Quien dijo que la gastronomía inglesa es mala?

Es comúnmente aceptado que la comida inglesa es mala. Quien diga eso lo único que está demostrando es un uso simplista de los tópicos y un desconocimiento del país.

Hay que decir que el primero en apuntarse al carro fui yo. Es muy fácil llegar y hacer el chistecito fácil de lo mala que es la comida inglesa como si los ingleses tuvieran algún tipo de disfunción culinaria. Cierto es que en las familias normales se abusa de la patata, de las comidas simples, de los platos pre-cocinados de supermercado y de los detestables fast food de hamburguesa y pollo, por no hablar del «fish and chips». Pero al paso que vamos, eso va a ser la norma en cualquier país del mundo, incluso en los idealizados países de la dieta mediterránea.

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Esta retahíla viene a raíz de mi viaje de placer a Cornwall, en el sur-oeste de Inglaterra, lleno de bellas playas, acantilados, y el clima más benigno de toda la isla. Mi destino fue Looe, un pequeño pueblo pesquero reconvertido a destino turístico. En este pequeño pueblo tuve el placer de tener algunas de las mejores cenas que puedo recordar.

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Puesto que es un pueblo pesquero quise probar los platos de pescado locales. Los restaurantes son tradicionales, sin mucha parafernalia. En algunos casos, bodegas en casas típicas de pescadores de más de 200 años. La comida es exáctamente igual de simple, sin ornamentos ni grandes platos para porciones ridículas. Y el secreto está en la calidad. Cuando la comida es fresca y de calidad, el resto sobra. Me comí un lenguado para recordar, y una lubina deliciosa. Según los camareros, estaban vivitos y coleando en el mar el día anterior.

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Y qué decir de los postres hechos a mano, con helado local. Incluyendo primer plato, plato principal, postre y vino, el precio por cabeza era el mismo que en Londres te cobran por un plato mal hecho y que te deja con hambre. Hasta el «fish and chips era bueno»! (bueno, el fish, porque las chips apenas las probé).

Fue una grata sorpresa descubrir que la comida tradicional inglesa SI es buena. Y que comer en Inglaterra puede ser barato. Lo que me tiene preocupado ahora es por qué los «buenos» restaurantes a los que he ido en Londres son depravadamente caros y se basan en comida que para ser vista, no para ser comida, sin mencionar el hecho de que te deja el estómago a medio llenar. La otra cosa que me preocupa es: si existe esa tradición de buenos platos basados en buenas materias primas, qué le está pasando a la gente en las ciudades que se conforman con pastel de pollo con doble ración de patatas, y consideran un buen domingo llevar a los niños a comer hamburguesas de quien sabe qué en vez de educarles en buena gastronomía. Espero que esto sea una característica inglesa, pero me temo que es más una tendencia occidental… Agárrense a su dieta mediterránea.

Y ahora algunas fotografías de Looe y Poplperro, preciosos ejemplos de pueblos pesqueros de Cornwall.

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El comentarista orquesta

Este mundillo de los blogs es de lo más interesante. Por ejemplo los comentarios, en los que hay quienes van insultando, los que no se preocupan por la ortografía o la gramática, los que tienen una opinión sobre todo y muchos otros. Digo esto porque ayer descubrí un nuevo tipo del que no había escuchado hablar nunca, y que podríamos denominar «comentarista orquesta» (se aceptan alternativas).

En cierto momento del día de ayer me di cuenta de que tenía nuevos comentarios en el post «Por qué los ingleses no tienen DNI?«, por el que los buscadores parecen tener un especial aprecio. El primer comentario estaba firmado por «Joe», y decía que los ingleses son «tontísimos» en comparación con el resto de los europeos. No me gusta demasiado que se vaya por ahí faltando al respeto a un país entero, pero siendo Joe inglés, es una falta de respeto a sí mismo. Alguna otra vez he recibido comentarios de ingleses, que supongo que van leyendo blogs en castellano para practicar el idioma, que en su caso es bueno, pero se nota que no es nativo.

El siguiente comentario es de «Angelito», quien responde a «Joe» con un escueto «Tio, que dices». Ya veo que este Angelito es de los que no se sienten a gusto al leer comentarios como los de Joe. Asumo que Angelito es español porque su comentario es típico de españoles, con lo del «tio».

Luego llega otro comentario. En este caso es de «Rob», quien vive en EEUU. Su comentario es bastante reposado, con un buen análisis y tratando de entender el problema. Y finaliza diciéndole a «Joe» que se equivoca en su comentario.

Esta sucesión de comentarios me pareció muy interesante, pero había algo raro en todo esto. Así que decidí hacer una simple comprobación, que me demostró que estaba en lo cierto: los tres comentaristas son la misma persona. Así que esta persona, en vez de hacer el típico comentarios de «por un lado… pero por el otro…» va más allá y lo expone con diferentes personalidades, con distintas nacionalidades, distintas formas de expresarse. Es más, crea controversia que él mismo se encarga de criticar. Es como esos hombres orquesta que tocan el bombo, los platillos, la armónica, la trompeta, todo a la vez. Comentarios así animan cualquier post.

Me pregunto si soy el único que recibe estos comentarios o si el comentarista orquesta es una figura generalizada.

Ratatouille no es lo que parece

Si crees que en «Ratatouille«, la nueva película de Pixar, los protagonistas son una rata que cocina y un joven patoso, te lo han contado mal. En Ratatouille, los protagonistas son la comida, París y el Arte.

La Comida

Al principio de la película, la rata (es una rata simpática, al fin y al cabo es Pixar) pasa por entre dos latas de aceite de oliva. Eso ya es una declaración de intenciones. Poco después, sugiere añadir romero para dar sabor a un plato silvestre que anda preparando. Y con eso se me acabó de ganar.

Seguidamente se dan unas aventurillas hasta que la rata en cuestión acaba en un restaurante. Entonces se produce lo inimaginable. La película trata de educar! Se nos enseña cómo funciona una cocina de restaurante. Se nos muestran los conceptos esenciales para cocinar (entre ellos a colocarnos las mangas para no mancharnos, para no cortarnos). Pegado a la butaca estaba yo! Una película que educa! Y no para ahí. Se nos muestra cómo un plato cambia por los ingredientes que le ponemos. Vemos cómo una salsa puede convertir un plato soso en una delicia.

Memorable para mi, el papel de la chica (pues claro que hay una chica, esto es Disney!). Disfruté cada segundo que aparece en escena. En cierto momento le dice al chico patoso que no se sabe si el pan es bueno por su sabor, ni por su olor, ni por su aspecto. Es el sonido! A continuación hace crujir la corteza bajo sus manos y lanza un suspiro… Y yo, que vivo en el país del pan de molde, suspiro con ella (quien tuviera es barra de pan crujiente entre las manos…). La muchacha es francesa, Colette. El muchacho alto y delgado se llama Linguini. Nombres franceses e italianos… Ah! Y el malo (claro, también hay un malo) se llama Skinner. El único nombre inglés… Lo pillas?

París

Qué decir de París! La «Ciudad de la Luz» es protagonista indispensable de la película. Es un París de «cliché», con sus calles llenas de Citroën 2 CV, y Tiburones. No es un París real, es intemporal, con sus calles adoquinadas, las Vespas, Notre Damme entre la niebla y atardeceres dorados. Es el París de los años 60, del Glamour. El mismo París en que a la pobre Sabrina le salía el Souflé chafado porque estaba triste. El París de Una Americano en París. Ese París que es la debilidad de Holywood. Ese París no es un lugar, sino un estado de ánimo.

Arte

Si se habla de París, Arte viene siempre con él. Pero esta vez es un Arte distinto. Colette dice que los cocineros son artistas. Y ahí está la trampa, porque la película repite una y otra vez que todo el mundo puede cocinar. Pero una cosa es cocinar, y otra muy distinta es hacer Arte. Y la cuestión es que el concepto resulta verosímil. Eleva cocinar a la categoría de Arte.

Se aprecia un cambio de estilo en la música, que no es la típica Disney. Con ritmos europeos, el indispensable acordeón para la ambientación francesa, algo de mediterráneo y una fantástica canción llamada «Le Festin», que descubro que pertenece a la banda sonora de «Amelie». Así que ni siquiera quieren ganar el oscar a mejor canción. Mmmm…

Y todo ello, sin necesidad de que las voces sean de actores famosillos. Hacer películas es como cocinar: cuando el producto es bueno, no hace falta adornarlo. Sin actores famosillos a excepción del magnífico personaje Ego, que hace una reflexión demoledora sobre los críticos (de cualquier cosa), y lo mucho que nos gusta leer las críticas negativas.

La película se atreve a educar. Su principal mensaje es «Cualquiera puede cocinar». Es una introducción al mundo de la alta cocina, pero sobretodo una carga de profundidad contra el «fast food». Incluso escondido entre los créditos hay una sorpresa para los espectadores británicos y para aquellos que conocen algo del mundo famoso-culinario. Y es que la voz de uno de los personajes de aparición fugaz es ni más ni menos que Jamie Oliver, quien se ha convertido en una de las personas más respetadas en el Reino Unido. Por qué? Por hacer documentales televisivos en los que demuestra que cualquiera puede cocinar bien (él mismo, sin ir más lejos, quien parece más el amigote gamberro que un chef pijo). Todo el mundo por aquí conoce sus batallas contra la comida basura en escuelas, y sus programas sobre Italia o cocinar en casa (algo que en UK ocurre cada vez menos).

La verdad es que al salir del cine tienes ganas de meterte en la cocina a cocinar. Y eso me recuerda la eterna polémica de si las películas provocan efectos en los espectadores. De si las películas violentas están provocando una normalización de la violencia e incluso una tendencia a ella en nuestra Sociedad. Me pregunto, en vez de tanta película una y otra vez con los mismos temas y violencia, no podrían las productoras invertir el dinero en este tipo de películas más educativas y que, hechas con calidad pueden ser tan como cualquiera de explosiones o asesinos en serie? Que no todo tiene que ser violencia o películas con mensaje moralista-paternalista. Y de paso haríamos que comer bien, dedicar tiempo a cocinar, comer productos frescos, fuera «cool«, que ya va tocando.

En vacaciones todo el mundo es simpático

El día a día es duro. Trenes arriba y abajo, atascos, huelgas de transporte, gente que te pide cosas «para ayer». Te cruzas con la gente, les miras a los ojos y llevan una expresión vacía. No es enfado. Es simplemente cara de «de cuantas cosas más debo preocuparme». Por eso cuando estás de vacaciones sientes que algo no funciona. Hay algo que está fuera de lugar: la gente es simpática.

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Este verano estuve en Cornwall, que es la «punta» del extremos sur-oeste de Inglaterra. Es un lugar sorprendentemente verde, en contraste con el azul intenso del mar y el suave azul del cielo.

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Tuve una infinita suerte, porque saliendo de Londres el tiempo era horrendo, pero al llegar allí saqué mi traje de baño, camiseta, gafas de sol y dejé todos los jerseys que había traído en la maleta. Incluso tuve que comprar zapatillas para la playa!

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Yo me esperaba días grises con algún guiño de sol, pero el tiempo fue excelente y tuve tiempo de salir a pasear sobre los acantilados del canal de la Mancha.

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Y fue en los caminos donde me di cuenta: la gente sonreía. Cada persona con quien nos cruzábamos dibujaba una amplia sonrisa y saludaba amablemente. Algunos incluso hacían un comentario: Una buena excusa para parar dos minutos, averiguar algo sobre los otros caminantes, comentar lo bellísimo del paisaje y desear un feliz camino. Era como si de pronto todos nos conociéramos.

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Uno de los días de excursión paramos a comer sobre una pequeña extensión de hierba entre el camino y el acantilado. Cuando estábamos degustando nuestro postre (unas deliciosas moras silvestres que habíamos recogido por el camino), un grupo de caminantes pasó junto a nosotros. Miraron las moras y nos felicitaron por nuestro trabajo. Nosotros les invitamos a algunas, mientras hablábamos distraidamente con ellos como si fueran viejos amigos nuestros. Hicimos algunas bromas y siguieron su camino.

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070823-407Incluso encontramos frente a una casa, un cubo con calabazas con un cartel que decía «help yourself», invitándonos a coger una. Yo decidí no hacerlo, porque el el colegio ya coleccioné suficientes, y esas fueron ganadas a pulso. Al leer el cartel no pude más que sonreír.

Me pregunto si toda esa gente era así porque estaban de vacaciones. Si en los pasillos del metro sonrío a alguien, lo más probable es que crean que estoy chalado. Si además saludo, no tendrán ninguna duda. Pero si lo haces en un camino junto al mar en vacaciones, es lo más normal. Qué cosas.

Aquí te dejo algunas de las fotos de los caminos. Espero que las veas con una sonrisa.

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Más fotos en la página de Flickr

Este post y su estructura narrativa es un homenaje (ahora a copiar le llaman homenaje) a Cróncas desde Londres, cuyo autor obtuvo el primer premio en el concurso fotográfico del «Thames Festival«, la fiesta mayor del río Támesis. Felicidades.

Soluciones que crean problemas

Quien dijo que de fútbol no se puede aprender nada? El nuevo tema de moda en el fútbol es si se debe limitar el número de futbolistas extranjeros en los equipos. La solución propuesta no parece ser del todo convincente, y encima podría agravar otro problema, el de los sueldos de los futbolistas. Porque el mercado futbolístico no deja de ser un Mercado.

El fútbol actual tiene tres problemas: los futbolistas cobran mucho, los equipos nacionales de algunas grandes ligas son una pena en los mundiales, y hay demasiados jugadores extranjeros en los equipos.

La razón de su sueldo es que los buenos futbolistas ayudan a ganar partidos. Y ganar partidos, aparte de generar jugosos ingresos por vía directa, también lo hace por vía indirecta, gracias a derechos de TV, venta de camisetas, publicidad etc. Así pues pagar un buen sueldo a un buen futbolista es una inversión de futuro.

En cuanto a los otros dos, hay quienes se muestran molestos por la cantidad de extranjeros que juegan en los clubs. Esto se relaciona con que los equipos nacionales que representan a algunas de las ligas más importantes como la española o la inglesa tengan malas actuaciones internacionales. Dicen que con tanto extranjero jugando no hay manera de que los jugadores nacionales se desarrollen.

Así pues la Federación Internacional de Fútbol está sugiriendo poner límites a la cantidad de extranjeros, a fin de que los jugadores nacionales tengan oportunidad de jugar. Algunos jugadores y técnicos de la liga inglesa están dando apoyo a la iniciativa. Pero, cuales serían las consecuencias?

Si se limita la cantidad de extranjeros significa que hay menos jugadores entre los que escoger. Todos se van a pelear por el puñado de jugadores nacionales con talento. En términos de mercado, menos oferta provoca competencia entre los demandantes y se produce un aumento de precio. Ese precio son los salarios de los jugadores, porque los ingresos que se generan por ganar serán los mismos, pero los jugadores disponibles no. Así que para solucionar el problema de la falta de resultados de alguans selecciones se agudiza el problema de lo que ganan los futbolistas…

Pero eso generaría un gráfico en forma de «J», es decir, que la oferta de jugadores bajaría al principio, pero tras un breve tiempo, los jugadores nacionales de calidad florecerían, incrementando la oferta, disminuyendo la competencia por ellos y en consecuencia devolviendo el precio a los niveles iniciales. Perfecto!

Si la memoria no me falla, cuando de los once jugadores en el terreno de juego sólo dos podían ser extranjeros (por aquel entonces los ciudadanos de la UE eran también extranjeros) a la selección española o inglesa no le iban mejor las cosas que ahora…

Prestación de servicios

Las reglas del capitalismo son muy sencillas: alguien vende un producto o presta un servicio y alguien está interesado en ello. Entonces se produce un intercambio. Sencillo. Pero qué ocurre si no estás interesado en el servicio y a pesar de ello lo recibes?

Esto es lo que me ocurrió este fin de semana. Y me recordó aquel día en que en la Universidad un profesor trataba de explicarnos la naturaleza del intercambio en el Mercado. Nos ponía como ejemplo un clásico en la literatura económica: Robinson Crusoe y Viernes están en una isla desierta. Cómo se van a repartir el trabajo? Lo más lógico es que cada uno haga aquello en que tiene una ventaja, así Robinson Crusoe va a pescar, mientras Viernes recolecta frutos, y al final van a intercambiar sus bienes de manera que ambos tienen pescado y frutos.
Qué ocurre si no hay acuerdo? Que cada uno va a a recolectar y pescar. Ahora introduzcamos una Hipoótesis (a los economistas les encantan las hipótesis): Robinson Crusoe tiene una escopeta. Eso lo cambia todo. Introduce coerción, con lo que los acuerdos ya no se producen siguiendo las reglas del mercado.

Prestación de servicio

Esta historia me venía a la cabeza este fin de semana cuando estando en una discoteca de cierto nivel en Londres tuve necesidad de ir al baño. Así que me dirijo a la puerta que dice «Gents» y raudo como una centella me dirijo a hacer mis cosas (me voy a ahorrar los detalles). Al terminar me voy a lavar las manos, a lo que un individuo en la puerta me ofrece jabón. La verdad es que no me hace falta que nadie me ofrezca jabón perfumado. Con el que hay en los baños normalmente me basta. No solo eso, el individuo me abre el grifo. Afortunadamente tengo una larga experiencia en abrir grifos, y no necesito ayuda. Cuando me he quitado todo el jabón cierro el grifo (sin ayuda) y el individuo me ofrece toallitas de papel para secarme. Estoy acostumbrado a salir de los baños agitando las manos para que se sequen, no veo porque ese lugar debería ser distinto.

Contraprestación

Finalmente, me doy cuenta de que el individuo espera que yo le de dinero. Evidentemente me ha prestado un servicio, por lo tanto yo debería ofrecerle una contraprestación. El problema es que, como ha quedado claro, yo no he solicitado el servicio. Es más, no lo deseaba. Esto es un problema filosófico importante, porque hay que saber si cuando alguien te presta un servicio que no has solicitado, existe la obligación de ofrecer una contraprestación, o por el contrario debemos entender que el servicio es gratuito.

Coerción

Ahora supongamos que el individuo en cuestión es de raza subsahariana, tiene una altura suficiente como para que tenga que mirar para abajo para mirarte a los ojos, y a pesar de no ser muy musculoso, ocupa por entero la puerta. En tal situación podría argumentar lo expuesto más arriba, pero su mirada me dice que no va a querer entrar en disquisiciones sobre la naturaleza del Mercado. Enfrentado con semejante situación, y aunque el individuo no tiene una escopeta, decido que al entrar vi al individuo en cuestión y que vi un par de platillos con monedas, con lo cual es dificil afirmar que desconocía el tema monetario, y que por lo tanto al entrar, implícitamente acepté que en el baño se estaba produciendo una prestación de servicios que evidentemente conllevaría una contraprestación monetaria.

Así que mi consejo de hoy es: si vas al baño, llévate monedas.