La reunión del G20 de la semana pasada ha puesto al descubierto una carencia fundamental en los banqueros del mundo, sobretodo los de USA, y que puede haber causado la mayor crisis financiera de todos los tiempos. Esa carencia no es otra que el desconocimiento de los cuentos infantiles.
Tomemos un banquero cualquiera. Supongamos que compra una acción de una empresa en la Bolsa y paga por ella 10 euros. Al contabilizarla va a anotarla como un activo. Supongamos que a fin de año el banquero decide venderla al precio que se cotiza en Bolsa, por ejemplo 12 Euros. El banquero procederá a anotar una entrada de dinero por valor de 12 euros que compensa y elimina del balance la acción. La diferencia de 2 euros corresponde al beneficio, y formará parte de los beneficios que el banquero publicará al cerrar el ejercicio.
Ahora supongamos que el banquero no vende la acción. A la hora de cerrar las cuentas ve que tiene una acción anotada por valor 10 euros. Así que por curiosidad mira a cuanto se cotiza su acción en Bolsa y exclama «Oh my God» (vemos que el banquero es de Nueva York) al comprobar que la acción se cotiza a 12 euros. El banquero considera que si ahora vendiera su acción, recibiría 12 euros, con lo que tendría 2 euros de beneficio, y sus accionistas estarían muy contentos al ver que el valor de lo que el banco posee es mayor, y que tiene beneficios. Pero no la va a vender, porque si se la queda dentro de unos meses todavía va a valer más. Así que revalúa la acción en su contabilidad sumándole 2 euros. Ahora la acción está valorada en 12 euros. Los 2 euros de diferencia son beneficios, exactamente igual que en el caso de la venta (el banquero no ha recibido ningún dinero, pero gracias a la magia de la contabilidad, ha ganado dos euros).
Dejemos al banquero contando sus acciones y permíteme que te cuente un cuento.
Había una vez una niña que iba al mercado a vender una jarra de leche que su vaca había producido. Mientras andaba pensaba en que vendería la leche y compraría huevos. Con los huevos tendría gallinas, que le darían más huevos. Al vender los huevos podría comprar un cerdo, que engordaría y vendería para comprar una vaca, con lo que tendría más leche para vender. Mientras la niña iba andando pensando en cuantos beneficios iba a tener cuando todo su gran plan capitalista se ejecutara, no vió como los precios de las viviendas en USA caían en picado, tropezó con ellos y rompió la jarra de leche, con lo que no pudo vender la leche y en vez de tener los beneficios de una granja de vacas se quedó sin siquiera poder pagar la comida para que su vaca siguiera dando leche.
En la reunión de las economías más importantes del mundo (G20) finalizada el fin de semana pasado, redactaron una declaración. En ella apuntan como principal causante de la presente crisis «la búsqueda de altos rendimientos sin valorar adecuadamente los riesgos (para saber más sobre Riesgo pincha aquí).
En el apartado de recomendaciones aparece este interesante punto:
«Los principales organismos mundiales de contabilidad (se refiere a las autoridades que deciden las normas de contabilidad) deben trabajar para mejorar la valoración de títulos financieros, teniendo en cuenta la valoración de títulos complejos y de baja liquidez, especialmente en tiempos de estrés».
Lo que viene a decir es que aconsejan cambios en las normas de contabilidad a fin que se valoren los activos de forma más prudente, sobretodo cuando el mercado está especialmente activo. Dejando aparte el hecho que recomiendan prudencia en tiempos de estrés (es decir, que conduzcas con prudencia cuando estés teniendo un accidente), el párrafo es intrigante. Todo parece indicar que es el resultado de las presiones que algunos grupos han estado realizando últimamente. Estos grupos han estado contando el cuento de la lechera a los presidentes del G20, y diciéndoles que el tipo de contabilidad del banquero de más arriba es lo que ha provocado la crisis. Porque si contabilizas un título financiero de gran riesgo como estos títulos basados en hipotecas sub-prime (ver aquí si no sabes lo que son) no por el valor que representa su riesgo, ni siquiera por el valor por el que lo adquiriste, sino por el valor que quizás podrías recibir si lo vendieras, lo único que conseguimos es activos y beneficios hinchados. Y si vamos mirando al cielo pensando en los beneficios que podríamos tener, lo más normal es que no veamos donde pisamos, y nos demos monumental porrazo.
Volvamos a nuestro amigo el banquero, que está la mar de contento con su acción y con todos los títulos financieros basados en sub-primes que ha comprado y que tiene valorados en su activo. Ese activo no representa el riesgo de que alguien no pague la mensualidad y que los títulos acaben valiendo menos que papel mojado. Al explotar la burbuja se da cuenta que no puede venderlos, y que valen mucho menos que lo que tenía contabilizado, con lo que debe devaluarlos, llevando la diferencia a pérdidas (ver cómo todo este problema está basado en una contabilidad irresponsable). Entonces no dice «oh my god», sino «cómo voy a salvar mi culo ahora» («how the hell am I going to save my ass».)
Ahora los directores de los organismos que dictan normas de contabilidad les están mandando cartas al presidente de USA y otros mandatarios para que no les coarten su libertad, para que no les obliguen a cambiar. Lo más gracioso de todo es que las normas internacionales no obligan a contabilizar beneficios antes de tiempo. De hecho nuestro amigo el banquero, al cerrar la contabilidad puede dejar los títulos al valor por el que los compró, o puede revaluarlos. Es lo que se llama opción standard y opción alternativa. Así que el único error de las normas de contabilidad es que dejan libertad al banquero pensando que tomará la mejor decisión. Grave error, teniendo en cuenta que a los banqueros sus papás no les contaban cuentos.
Como deberes para mañana, reflexionemos sobre los que nos dice el cuento de «El vestido nuevo del emperador» sobre esos fantásticos títulos basados en «sub-primes».
Para ver una cronología de la crisis, pincha aquí
Si sabes de alguna página web o blog donde haya cuentos, por favor menciónala en los comentarios y así la añadiré al post, para ver si los banqueros lo leen y nos evitamos otra crisis, aunque a los españoles no les hace demaisada falta porque su contabilidad es ya bastante prudente.