La semana pasada fuí a ver una exposición de Rodin y la obra musical «Les Miserables». Quedé tan impresionado con ambas que he dicidido escribir sobre ellas. Veremos cómo queda, porque nunca he tenido aspiraciones a crítico. Pero aún así, quiero contárselo al mundo.
La cuestión es que la Real Academia de Bellas Artes de Londres ha organizado una exposición del escultor Rodin, y a pesar de que va a durar unos tres meses, me planté allí a la segunda semana. Aparte de uno de los muchos originales en marmol de «El Beso», que de todas maneras forma parte de la colección permanente del museo Tate Modern de Londres, se han traido el original en yeso. Resulta que Rodin hacia las esculturas en yeso, y eran otros profesionales quienes pasaban las obras a mármol. Descubrir esos detalles le quita un poco del romanticismo de imaginarse al escultor en una tarima tratando de liberar a su creación de la prisión de mármol…
Pero una de las mejores esculturas, sobretodo por inesperada, está justo al abrir la puerta de cristal: «La Edad de Bronce». Es su primer trabajo de cuerpo completo, y su realismo hizo que los contemporaneos le acusaran de haberla creado con moldes del modelo. Es una figura humana en bronce, su material predilecto, andando y con el brazo extendido. Parece que en cualquier momento el bronce se va a derretir en carne y el hombre va a cruzar la sala.
Como no podia ser de otro modo, la exposición guarda para el final lo que todo el mundo espera, una inmensa figura «El Pensador», que contempla a los visitantes desde un pedestal. Hay quen dice que es la figura del Poeta, quizas Dante, otros que refleja al mismo Rodin contemplando sus obras. En cualquier tiene una fuerza que no deja impasible.
Algo que descubrí es que en aquellos tiempos el gobierno o alguien con dinero comisionaba una obra, el escultor presentaba una propuesta en yeso que entonces tenía que ser aprobada y realizada en el material escogido. Uno de esos encargos fué el del gobierno francés para un monumento a Victor Hugo. Su propuesta del escritor sentado rodeado por musas fué rechazada, por no ser lo suficientemente grandiosa. En su segunda propuesta Victor Hugo aparecía con su inmensa humanidad levantado y embotado en un abrigo, con la cual Rodin fué definitivamene rechazado. Al parecer, no les gustó la protuberancia que aparecía bajo el abrigo, en la zona genital, y el hecho de que ambas manos estuvieran misteriosamente también bajo el abrigo.
Tanta preocupación por Victor Hugo se debía a que en aquella época, primera mitad del siglo XX, se había convertido en una leyenda viviente, principalmente por su obra «Los Miserables», un recorrido por la vida de un ex-convicto en la que se mezclan caridad, amor, la miseria del Paris de la década de 1840 y la revolución romántica.
El sábado pasado hizo 21 años que la versión musical de la obra fué estrenada en Londres, convirtiéndose en el musical que ha estado en cartelera por más tiempo en el West End, superando a la legendaria Cats. Y cuando la ves, no es difícil de entender. No sólo por la fuerza que la propia historia tiene, sinó por la excelente puesta en escena, lo bien que utlilizan los símbolos, un reparto sin fisuras (sin duda el mejor que he visto en el West End), y una música que va desde grandiosa hasta la más suave canción. En ninguna otra ocasión he tenido el bello erizado por tanto tiempo.