Blair y Gordon Brown (y lo que hacen algunos por una casa barata en Londres)

Es definitivo. Tony Blair se retira de primer ministro después de 10 años. La fecha todavía no se ha concretado, pero parece que ya le mueven la silla (bueno, de hecho, ya hace tiempo que se la mueven). Su situación actual? La mejor demostración de que «La ley del mínimo» esfuerzo es pura economía política.

Por un lado tenemos al señor Blair, reelegido en dos ocasiones, que fué capaz de romper una época de hegemonía Tory (partido conservador) gracias a lo que se dió en llamar «la tercera vía»: en una Europa dominada por gobiernos de derechas la iquierda británica tenia muy pocas expectativas de victoria bajo la bandera socialdemócrata, así que se sacó de la manga la famosa frase para decir que no eran de derechas, pero tampoco querian practicar las desprestigiadas políticas de izquierdas. Y funcionó… por tres veces.

Por otro lado está Gordon Brown, mano derecha de Blair, Ministro de Economía (aquí llamado «Chancellor») y enemigo público número uno de la City*. Lidera el sector más izquierdista del gobierno y es el tipo que se presenta cada año con una carterita roja con los Presupeustos del Estado (por qué en España los Presupuestos vienen en treinta cajas?).

El tercero en discordia es David Cameron, líder conservador, quien fué elegido en unas primarias en las que apareció como el perfecto candidato para ganar a Blair: joven, ecologista (va en bici a trabajar), y hasta un toque rebelde (no niega que probara drogas durante su época universitaria).

A nadie se le escapa que Brown es el delfín de Blair. No en vano ha estado ahí desde el principio. Pero ahora viene lo bueno.

Resulta que Blair anuncia que se va a ir durante el próximo año. La City y otros anti-Blair se le tiran al cuello diciendo que si avisa que se va, lo que tiene que hacer es irse de inmediato. Brown, viendo que la tormenta tiene toda la pinta de cargarse al primer ministro en cuestión de horas, empieza a hacer las maletas para mudarse al número 10 de Downing Street.

En esto que alguien llama la atención sobre el hecho de que Brown no ha movido un dedo para defender a su líder. Se le empieza a acusar de deslealtad. Blair se cabrea con él. La gente le llama egoista y que se preocupa más por el cargo que por la estabilidad del gobierno, y entonces aparece Charles Clarke, el antiguo Ministro del Interior. En unas declaraciones a un períodico dice que Brown es un maníaco del orden, y que es imposible trabajar con él. Así que sin comerlo ni beberlo ha pasado de tocar el poder con la punta de los dedos a estar casi acabado políticamente.

Y ya se sabe: a rio revuelto, ganancia de pescadores. Esta es la situación ideal para la oposición para decir todo aquello de «el gobierno sólo se preocupa de sus intereses», «si no se entienden entre ellos cómo van a gobernar» etc. Pues bien, con que sarta de oportunismos nos regala la oposición? Qué es lo que dice David Cameron? Nada.

Últimamente sólo se le ve en imágenes de archivo. Este tipo es de derechas, y con estudios de economía. Así que tiene por la mano lo de la «eficiencia». Esto significa conseguir los objetivos con el menor uso de recursos. Y para qué va a gastar energias metiéndose con ellos si ellos solos se depellejan?

*City: término con el que los enteradillos, sabelotodos y otra fauna denominamos al barrio financiero de Londres, que de hecho ya son dos.